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La compensación de las limitaciones en situaciones competitivas
No obstante, la participación activa del alumnado con discapacidad en nuestras sesiones no es tan sencilla, dado que, entre otras variables que intervienen en el proceso, el niño o la niña comparte esas tareas en grupo. Por tanto, se van a dar una serie de relaciones que serán positivas o negativas en función de la dinámica del grupo, y que pueden influenciar en su nivel de participación y, por tanto, en sus posibilidades y deseo de aprendizaje.
Es importante tener en cuenta que la educación física tiene potencialidades contradictorias.
Por un lado, puede convertirse en la sesión más socializadora e inclusiva.
Pero, por otro, puede ser la más segregadora del currículo (Ríos, 2004, 2005a).
Esta última potencialidad se puede agravar cuando introducimos actividades con cierto nivel competitivo. Sin obviar, como hemos comentado, las posibilidades pedagógicas de las actividades cooperativas, no debemos olvidar la realidad de la competición, que tiene también una carga de valores educativos.
Es pues, generalmente a partir del segundo ciclo de primaria, cuando empiezan a surgir los problemas, en el momento en que proponemos juegos muy codificados, o cuando nos situamos en unidades de programación de iniciación deportiva. Independientemente de las estrategias que utilicemos para la resolución de conflictos encaminadas hacia la educación en valores, un recurso útil para afrontar estos conflictos que generan los juegos de carácter competitivo, es el de compensar las limitaciones que provocan los efectos de la discapacidad.
¿Qué implica esta compensación? (Ríos, Bonany, Blanco y Carol, 1998; Ríos 2001):
• Adaptar el juego lo estrictamente necesario.
• No se trata de hacer un tratado de juegos nuevos, dado que nos interesa proponer los juegos habituales por su referente cultural.
• Todos los alumnos con discapacidad deberían poder adoptar cualquier rol de juego.
• Buscar el equilibrio entre las adaptaciones individuales y las adaptaciones compartidas con el grupo.
• Asimismo, buscar el equilibrio entre la participación con limitaciones y la compensación de las mismas.
El reto del educador será posibilitar la asunción de roles activos por parte de todos y todas, independientemente de sus características y peculiaridades.
Para ello será necesaria la sensibilización del grupo para conseguir que las adaptaciones sean aceptadas de una manera natural como parte de la comprensión de una realidad social.
Creemos que un niño o niña que crece comprendiendo y aceptando adaptaciones, sostendrá en su vida adulta un criterio más respetuoso con la realidad diversa que le rodea.

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